Bilbao.- A la tercera va la vencida. El creador japonés Shigeru Miyamoto, padre del videojuego ‘Mario Bros’, se ha llevado finalmente el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación y Humanidades frente a las candidaturas de la agencia de fotografía Magnum, el filósofo francés Edgar Morín y los cómicos Les Luthiers.
Nacido en 1952 en un pueblecito cerca de la ciudad de Kyoto, Miyamoto es uno de los personajes más influyentes del mundo según la revista Times y distinguido con la Legión de Honor francesa o el BAFTA de la Academia Británica. Los expertos consideran al creador de Mario, mascota de Nintendo, como el Walt Disney de los videojuegos. Una encuesta de 1987 ya situó al fontanero bigotudo como el personaje de ficción más popular para los niños estadounidenses, por delante del conocido ratón.
Sus creaciones ayudaron a resucitar la industria del videojuego en los años 80 tras rozar el colapso con la quiebra de la multinacional Atari. Muchas de ellas han servido como referencia entre los desarrolladores internacionales, no solo por las innovaciones creativas y tecnológicas que ha impulsado a lo largo de su carrera de más de 35 años, sino por su carisma.
«Es un soñador de una persona que se preocupa por crear un lenguaje en vez de un producto específico El siempre está pensando en como mejorar ese lenguaje interactivo», explicó el presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Interactivas, Iván Fernández-Lobo, poco después de que se diera a conocer la noticia el pasado 23 de mayo.
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Además de crear varios personajes que se han convertido en iconos culturales como Mario, Donkey Kong, los personajes del videojuego Zelda, Miyamoto también fue percusor en el uso del scroll lateral en los juegos, esto es, que la pantalla se mueva a la vez que el protagonista. Algo habitual hoy en día pero que supuso una ruptura con lo que se venía haciendo hasta 1987.
«Hasta entonces los juegos se realizaban en pantallas estáticas como los clásicos ‘Pacman’ o ‘Space Invaders’. El jugador estaba restringido a lo que estaban viendo. No había más», afirma el director de la publicación Mondo Pixel y colaborador de GamesTM, John Tones.
Aunque en España ya había juegos que utilizaban este movimiento de pantalla como ‘Army Moves’ o el ‘Phantis’, en Super Mario Bros este sistema «era más complejo». «No fue ni remotamente el primer juego con scroll, pero sí que lo sofisticó añadiendo potenciadores –setas que te hacían crecer o daban poderes– y unos controles a la altura de las circunstancias. Cosa que en los microordenadores de los 8 bits era más burdo».
Para Tones, «Miyamoto revolucionó el modo de hacer videojuegos al modificar las mecánicas de juego que no se habían visto hasta entonces y que han condicionado el futuro del desarrollo de videojuego. Es un creador único».
Una mente privilegiada que ha ido más allá de la creación de videojuegos y que se ha trasladado a la innovación tecnológica. Tanto es así que el creador nipón ha ayudado a abrir la industria del videojuego a otros grupos sociales como los menores, las mujeres y las personas mayores gracias al mando de la Wii o la consola portátil Nintendo DS.
«Consideramos que era el máximo exponente de una genial generación de creadores interactivos, que concibe el videojuego como un nuevo medio, capaz de unir a las personas en torno a una experiencia compartida, sin distinción de edad, sexo, condición social o cultura», reconoció Fernández-Lobo.
Repercusión internacional
Para el presidente de la Asociación de Desarrolladores de Ocio Interactivo Digital (DOID), Ramón Nafria, lo más importante del premio a Shigeru Miyamoto «es el reconocimiento a la labor del desarrollador de videojuegos».
«Hemos pasado en poco tiempo de ser una industria denostada por los medios de comunicación y las instituciones a ser considerados industria cultural. Es un salto y un giro muy importante que se ha dado en tan sólo cinco años», considera.
Una opinión que comparte el presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Interactivas, Iván Fernández-Lobo, y que sitúa este premio en «una estrategia más global de colocar al videojuego en el lugar que se merece, dentro de un fenómeno global que no entiende de edad, sexo, condición social o cultura».
Un premio que va a suponer «una motivación para los creativos españoles e internacionales» y que ayudará a «potenciar la imagen de España con el mundo del videjuego de manera más patente». Además Fernández- Lobo espera que la proyección internacional del premio haga que los inversores extranjeros pongan la lupa sobre la industria nacional e incluso despierte el interés de los de casa.
